El siervo de Dios

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El impulso histórico a la Causa

In ACdP, Proceso, Testimonios on 02/21/2012 at 18:54

En 1967, Fernando Martín-Sánchez Juliá, segundo presidente que fue de la Asociación Católica de Propagandistas desde 1935 -en que sustituyó a D. Ángel Herrera Oria al frente de la misma- hasta 1953, dirigió esta carta a D. Abelardo Algora, entonces Presidente, instándole a iniciar la búsqueda de testimonios sobre José Mª Haro entre los miembros todos de la Asociación. Impulso histórico a la Causa, la solicitud de Fernando Martín-Sánchez dio alcance nacional a lo que había dado comienzo ya, apenas un año antes, en Valencia.

Sr. D. Abelardo Algora
Presidente de la A.C.N. de P.
MADRID

Mi querido amigo y Presidente;

Si la A.C.N. de P. no produjese también flores de santidad, estaríamos perdidos.

En Valencia, se sigue expediente canónico para beatificación del que fue uno de los miembros más destacados durante muchos años, de aquel Centro: José María Haro Salvador.

Fue de la Carrera Judicial, dedicado luego a la Magistratura del Trabajo, en la que era Jefe en Valencia cuando falleció. Ha sido Consejero de la Asociación, Secretario de Centro, etc., etc. Todo ello consta en el Boletín y en los archivos de la Secretaría Nacional.

Me piden toda clase de pruebas y referencias para acelerar la causa de la beatificación, que ya está muy avanzada, y por eso te ruego que ordenes, bien publicándolo en el Boletín o haciéndolo público en las reuniones de los Propagandistas, que, tanto directamente por Secretaría General, repasando el Boletín y los Archivos, como por otros Propagandistas -entre los cuales hay varios amigos de tan eximio y santo compañero- se remita a D. Manuel Cortés, del Consejo de HH. [Hombres] de A.C. [Acción Católica] de Valencia, calle de Comedias, 20, todo cuanto recuerden del santo compañero.

Hace pocos años se publicó una biografía o colección de discursos en un acto dedicado a honrar la memoria de José María Haro. En Secretaría General debe haber ejemplares del Boletín que lo contiene [José Mª Haro. Un hombre de nuestro tiempo] y no creo que se haya perdido en la mudanza.

En una palabra, te ruego tomes con eficacia los medios para reavivar nuestro espíritu y nuestra hermandad.

Y esperando su efecto, te abraza,

Fernando Martín-Sánchez Juliá

No fue ésta, sin embargo, la primera solicitud que se hacía de testimonios para la Causa. Ya lo hiciera meses antes, desde octubre de 1966, Manuel Cortés Roig, en nombre del Consejo Diocesano de Acción Católica que entonces presidía: un buen número de cartas a toda España solicitando testimonio, en cumplimiento del deseo del Arzobispo Olaechea de dar comienzo inmediatamente al proceso de beatificación.

«Habiendo recibido encargo expreso del Rvdmo. Prelado de recoger estos datos, yo le suplico me comunique cuanto sepa de Haro Salvador: anécdotas, conversaciones, hechos, actitudes, ideología, trabajos profesionales o de apostolado o simplemente de relaciones personales que tantas veces resultaron enjundiosas, etc.»

No fue trabajo en vano… Al cabo de unos meses ya eran más de cien los testimonios: de sus apostolados, de su trabajo en la Magistratura y su sentido -agudo y hasta heroico- de la justicia, de su vida interior, de su dedicación familiar… Cuartillas breves escritas a vuela pluma; folios mecanografiados, semblanzas completas, cuadernos manuscritos… Personas desconocidas unas, de renombre social otras. Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares pertenecientes a los más variados estratos de la vida social. Y de aquí y de allá: de Valencia, de Murcia, de Madrid, Pamplona, Santander, de Barcelona…

«Esperamos confiados en que, con la ayuda de Dios -cuya voluntad nos parece manifiesta-, y con la cooperación de todos los que a ello estamos obligados por justa correspondencia a José Mª Haro, podremos dar cima a este trabajo»

Hoy, tantos años después, esta solicitud y confianza de Manuel Cortés siguen siendo actuales. En esta hora -es seguro- la memoria de aquel hombre sigue presente. Y si Dios quiere, seguirá dando su luz -que es la de Otro– en el futuro.

Nuevas perlas sobre su trabajo en la Magistratura

In Biografía, Espíritu de trabajo, Magistrado, Testimonios, Vida de fe on 02/21/2012 at 18:37

Recuerdo de D. Francisco Estiguin Noguera, de cuando fue Secretario del Juzgado Comarcal de Viver, primer destino en la carrera judicial de José María Haro (testimonio del 9 de enero de 1967):

En ocasiones, antes de dictar una resolución quería saber mi criterio, y hasta que no lo tenía bien estudiado no dictaba dicha resolución y alguna vez me decía: «así es, pero en conciencia no debía de hacerse». ¡En cuántas ocasiones no dictaba auto de procesamiento contra una persona hasta que se lo pedía por Fiscalía! Nunca quería perjudicar a nadie, al contrario: hacer bien siempre; pero claro, esto no podía ser, tenía que hacer justicia.

Recuerdo de D. Octavio Precioso, de Altos Hornos de Vizcaya con sede en Sagunto (testimonio del 19 de julio de 1967)

Siempre, durante la fase previa conciliatoria de los juicios en los casos en que ésta procedía, desvivíase para buscar la unión de las partes y para que éstas resultasen lo mejor paradas posible, ingeniando soluciones muy propicias y oportunas que los contendientes casi siempre habían de aceptar, puesto que en un 90% de los casos cubrían en esencia sus pretensiones. Tal era su segura visión, bondad y habilidad en grado superlativo para poder conseguir esto tan difícil que es en realidad de aunar los intereses contrapuestos y terminar estos actos de modo tan equitativo, en los que al final respirábase ya un ambiente de alegría del que tan lejos se estaba de poder pensar antes de comenzarse aquella reunión o comparecencia en Juicio.

… Cosa que sabía bien D. Octavio Precioso, pues fue testigo directo del afán riguroso en lo profesional pero calurosamente humano de José Mª Haro. Así lo recordaba también David Estiguin (12 de enero de 1967):

Otro hecho debo consignar en la obra de Haro Salvador, al frente de su Magistratura de Trabajo, y con ello se deja más patente la humildad y caridad del mismo hacia el necesitado. Se presentó una demanda laboral ante su Magistratura por un gran número de obreros de los Altos Hornos del Puerto de Sagunto (no recuerdo si fueron 45 ó 50); al objeto de ocasionar los menos perjuicios a los mismos, que debían de comparecer en la Magistratura en Valencia el día señalado para la celebración del correspondiente Juicio, en vez de trasladarse dichos obreros a Valencia, les citó a todos en Sagunto, trasladándose don José María Haro a esta ciudad y en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de la misma, celebró dicho juicio y que a tal efecto le fue cedido para dicho acto.

Vocación de apóstol

In Acción Católica, ACdP, Apóstol, Biografía on 02/21/2012 at 18:29

«Debo mucho a la A.C. de P. He procurado siempre seguir sus normas, y obrar de modo que mis actos no la desprestigiasen, ya que prestigio no puedo darle. Y es deseo ferviente seguir perteneciendo a una obra que se mantenga siempre limpia, prestigiosa y ejemplar, aunque a veces haya de sacrificar otros aspectos» (Carta a Fernando Martín-Sánchez)

José María Haro accedió a la ACdeP (entonces Asociación Católica Nacional de Propagandistas) en 1926, a través de la Acción Católica, promovida e integrada por los miembros de la Asociación en Valencia. El Centro se había erigido apenas tres años antes en el Centro Escolar y Mercantil (CEM) -actual «Centro Arrupe»- fundado en 1912 por el jesuíta José Conejos de la LLave S.I. (1862-1937), cuyo apellido sirvió a sus adversarios para referirse despectivamente a aquella iniciativa como «la conejera«. Se encontraba en el edificio del Palacio de los Boïl de Arenós, en el número 2 de la céntrica Calle Libreros (actual edificio de la Bolsa). Era entonces Secretario Juan Contreras, Marqués de Lozoya, y algunos de sus miembros Luís Lucia, el beato Luís Campos Górriz, ya de regreso de Madrid, Antonio Lázaro, Mariano Puigdollers, los hermanos Miguel y J. M. Castells, etc.

«Socio inscrito» en febrero de ese año de 1926, pasó a la condición de «aspirante» y «numerario» en 1927 y 1928 respectivamente, con informes del político regionalista José Duato Chapa (1899-1990), del Rvdo. D. Antonio Rodilla Zanón (1897-1988) y del Siervo de Dios J. J. Barcia Goyanes (1901-2003), con quien Haro compartía una profundísima amistad.

Tras la Guerra Civil fue elegido Secretario Regional hasta 1948. Consejero Nacional desde 1939, ejerció esta función de gobierno de la Asociación de forma interrumpida durante quince años, hasta 1954.

Magistrado justo (2)

In Espíritu de trabajo, Magistrado, Testimonios on 02/21/2012 at 18:18

Recuerdo de D. David Estiguin Noguera, Secretario del Juzgado Municipal de Cieza (12.I.1967).

Se trata de un testimonio extenso y de redacción algo problemática, pero que retrata a la perfección la personalidad de quien durante años fuera Magistrado del Trabajo en la Provincia de Valencia y Juez Decano de la misma Magistratura. Vale la pena leerlo con calma:

“La rectitud con que procuraba dictar las resoluciones en los procedimientos de su competencia, esto es, en su desempeño de Magistrado del Trabajo encontrándome desempeñando mis servicios en el Juzgado Municipal de Sagunto (Valencia) un día, don José María Haro Salvador, me llamó por teléfono desde Valencia para ver si podía venir a Sagunto para hablar conmigo, contestándole que me trasladaría yo, contestándome que sería él el que lo haría y en el autobús «La Saguntina». A las cuatro de la tarde fue a Sagunto, le estaba esperando y me dijo entonces “si tenía algún amigo que fuese exportador de naranjas”, contestándole que sí, varios, preguntándome si les podríamos visitar contestándole afirmativamente: Nos presentamos en el almacén del exportador de naranjas don Enrique Peris Monreal. Como don José Mª Haro me indicó que el objeto de su visita era presenciar la construcción de cajas de naranjas “tipo americana” por obreros especializados en dicha faena, se lo indiqué al exportador Sr. Peris, que muy gustoso aceptó la invitación pasando seguidamente al departamento de la construcción de cajas en donde los obreros especializados, en presencia de don José, procedieron a la construcción de dos cajas por operario. Seguidamente, después de darle las gracias al Sr. Peris, salimos del almacén y me preguntó don José Mª Haro si podríamos visitar algún otro almacén y contestándole que sí, trasladándonos al almacén del también exportador don Alfredo Masiá distante del anterior unos 800 metros; hablamos con dicho Sr. Masiá, y al igual que en el anterior, por otros dos obreros especializados en dicha materia, construyeron en presencia de Haro, otras dos cajas cada uno.

Una vez  terminadas de construir las cajas, don José María Haro les preguntó a dichos obreros cómo es, que cogiendo un puñado de puntas del cajón en donde se encontraban con una mano, y sin contarlas, cogían las precisas para la terminación de la caja; contestándole los obreros que ello era producto de la constante dedicación a la confección de cajas y por el volumen de puntas que cogían sabían si eran las justas o si les faltaba una o les sobraban. Seguidamente les preguntó por haber observado que llevaban la mano izquierda con un buen volumen de puntas, que era muy peligroso el llevar tantas ya que por la rapidez con que las introducían en la madera y la fuerza que imprimían con el martillo, ya que  lo  realizaban de un solo golpe, contestándole que efectivamente, si no acertaban tenían el peligro de destrozarse la mano ya que se introducirían en la misma todas las puntas que llevaban en ella.

Al salir don José María Haro y un servidor del segundo almacén, me dijo: ¡Ya descansa mi conciencia! ¡Ahora sí que podré dictar la resolución justa y con conocimiento de causa!. Seguimos hablando y me contó que tenía una reclamación en la Magistratura de un obrero especialista en construir cajas de naranjas de la parte de la Ribera, y que como consecuencias de un golpe con el martillo había perdido media mano, adquiriendo una inutilidad parcial, y como desconocía el proceso de la construcción de cajas y las consecuencias que podía traer el accidente en dicho trabajo quiso presenciar la construcción de las mismas, sacando la conclusión de que, efectivamente, podría producirse el estado en que se encontraba el obrero accidentado. Me manifestó que el querer venir a Sagunto fue debido a que el obrero era de la zona opuesta a Valencia y que no se enterasen de su gestión”

Un hombre de nuestro tiempo

In Apóstol, Biografía, Homenajes, Testimonios, Vida de fe on 02/21/2012 at 18:13

El 30 de enero de 1966, al poco de fallecer José María, amigos, condiscípulos y colaboradores celebraron una Velada en su Homenaje en el Teatro Principal de Valencia, gratuitamente cedido por la Diputación Provincial. Relataron ahí sus recuerdos, con agradecimiento y devoción, José Corts Grau, Rector de la Universidad de Valencia y antiguo colegial en el Colegio Mayor San Juan de Ribera; Alfonso Iniesta sobre su servicio a la Educación; José Mª Hueso, refiriéndose a su papel de esposo y padre de familia; Baltasar Bull, sobre Haro Magistrado; Alfredo López, como Hombre de Acción Católica; y D. Marcelino Olaechea, Arzobispo de Valencia con quien tan estrecha y lealmente trabajó el Siervo de Dios. Aquel acto fue muy celebrado en la sociedad valenciana del momento. Muchos fueron los hombres -capitaneados por Manuel Cortés– que entregaron su tiempo y su ilusión a la celebración de esa velada y a la difusión por ese medio de la memoria de Haro.

Se editaría aquello poco más tarde, por Ángel Carrasco, en los Talleres Juan Doménech (Valencia, 1966), bajo el título: José María Haro Salvador. Un hombre de nuestro tiempo

En el cierre del acto, Mons. Olaechea tomó la palabra y ensalzó al homenajeado. A la espera del juicio definitivo de la Iglesia sobre la santidad de D. José María, Don Marcelino, sin embargo, hizo a todos partícipes de su profunda convicción de que su amigo y colaborador, fiel hijo y fecundo apóstol, se hallaba en el Cielo y merecía, para la Iglesia aún peregrina en el tiempo, la apertura inmediata de su causa de beatificación. Éstas fueron, junto a otras, sus palabras:

«Fue ejemplar. Sirvió a la Iglesia como ella quería ser servida. Con buen talento, y un dinamismo verdaderamente sorprendente…; pero, además, con aquel amor y aquella insinuación y aquella prudencia, del verdadero apóstol.

Nunca comprometió a la Jerarquía de la Iglesia, nunca. Trabajó mirando siempre la gloria de Dios. Sufrió por la gloria de Dios en vida y en muerte. Tengo para mí que practicó las virtudes con verdadera heroicidad… (…)

Y como pienso yo que se eterniza el amor de José María Haro a Dios en qué grado y muy alto de gloria; como pienso que fue un santo en el alto sentido de la palabra, y que así lo entendemos nosotros, decido que se escriba su biografía y hacemos cierto de que tendremos entre los apóstoles seglares hagiógrafo digno de esta excelsa figura. ¿Causa de beatificación? Pues, sí; la Iglesia dirá con infalibilidad lo que nosotros creemos con persuasión: que era un santo»